Participan:
- Prof. Dr. Emanoil Babus - Catedrático de Bizantinología, Facultad de Teología Ortodoxa "Patriarhul Iustinian", Bucarest,
- Pr. Dr. Teofil Moldovan - Archipreste-Párroco Iglesia Ortodoxa Rumana "Santísima Virgen María", Madrid
- Prof. Dr. Maria Dolores Cabañas González - Directora del Centro Internacional de Estudios Históricos Cisneros, Universidad de Alcalá de Henares
- Diácono José Luis Gómez Toledo - Parroquia San Alejandro, Madrid
"La mujer bizantina ha jugado un papel importante, fundamental, en el paso del mundo pagano al cristianismo. Podemos recordar aquí a la emperatriz Elena, la madre del emperador Constantino el Grande, quien – bajo la influencia de su madre – se convierte al cristianismo, poniendo final a las persecuciones que los cristianos sufrían en el Imperio Romano.
Desde muchos puntos de vista la vida de las esposas, de las madres, de las hermanas y de las hijas de los emperadores se parecía con la vida de las otras mujeres. A veces, pasaban la mayor parte de su tiempo libre en sus aposentos, en general eran buenas cristianas y participaban a los eventos religiosos. Para la mayoría de ellas, la actividad filantrópica, en el beneficio de los miembros pobres de la sociedad, constituía una prioridad. Además, hacían donaciones generosas para la construcción y rehabilitación de los edificios eclesiásticos, monasterios y albergues. Financiaban también la realización de escrituras y obras de arte.
Sabemos que, desde el principio del primer siglo después de Cristo, la mujer ha sido implicada en difundir el Evangelio. Porque esta actividad iniciada en la Iglesia Primaria, no se ha continuado, se podría explicar a través de la triple prejuicio a la que se tuvo que suponer la mujer: ser humano „incompleto" (según la filosofía griega), portadora del pecado original (el Espíritu Santo no se podía transmitir a través de una persona pecadora) y la falta de pureza durante el periodo menstrual. En el mundo romano, la mujer no podía asumir un cargo publico y existía, además, diferencias jurídicas entre ella y el hombre (ver „tutela mulierum"). La sociedad no le permitió a la mujer desarrollar ningún papel público. Del entorno social y jurídico, esta idea se trasladó al mundo eclesiástico. Así que, el acceso de la mujer al servicio divino le fue negado. Al contrario de estas opiniones, los testimonios apostólicos ("las Constituciones Apostólicas", Didascalia de los Apóstoles) consideraban que las mujeres que menstruaban no necesitaban procesos ni ritos de purificación y que no tenían porque quedarse fuera del espacio eclesiástico en este periodo.
El papel desarrollado por la mujer diacono: asistencia al bautizo de las mujeres, vigilaban el acceso de las mujeres desconocidas en la comunidad cristiana, mantenían la orden en la iglesia y tenían responsabilidad en la enseñanza religiosa de las mujeres de la comunidad.
Con el tiempo la diaconia femenina desaparece (siglo XII), instituyéndose al mismo tiempo el orden de las vírgenes consagradas a la vida monástica.
La mayoría de los Santos Padres, teólogos y jefes de la Iglesia opinaban que una persona impura no se podía hacer cargo de la realización del acto religioso, bajo cualquier forma fuese este.
Las primeras personas con vida monástica han sido las viudas y las vírgenes. Al principio este modo de vida no era institucionalizado, pero mas tarde los monasterios femeninos se han organizado, llevando su vida según las recomendaciones de los Santos Padres (Antonio el Grande, Santo Basilio). Las primeras comunidades de este tipo se han desarrollado a raíz de la existencia de mujeres aristócratas que renunciaban a ala vida normal y pasaban con toda su herencia bajo la tutela de la iglesia. Sus casas se convertían en un espacio típico monacal, las mujeres que antes trabajaban para la mujer aristócrata pudiéndose quedar a vivir allí como hermanas. Después de estos primeros siglos, el monaquismo femenino se fue desarrollando igual que el masculino, la mujer entendiendo la llamada paradigmática de Jesús para que le siguiese.
Otra manera de expresar la fe ha sido el martirio, muchas madres, vírgenes o mujeres, casadas o ermitas prefirieron la muerte antes de volver a las creencias paganas.
Al nacer de una mujer, Jesús la levanto a esta de su condición/estado anterior y su papel en la sociedad y familia cambio favorablemente. La mujer cristiana, esposa y madre, entiende dirigir bien a su familia y criar a sus hijos según las leyes cristianas, siendo ella la primera quien da ejemplo.
Las mujeres miembros de las familias aristócratas o imperiales han jugado un papel importante en la vida cultural bizantina: han fondado iglesias, conventos y otros edificios (que incluso se ven hoy), han financiado escritores y músicos. Además, tenemos ejemplos de mujeres que se implicaron directamente en el mundo artístico, siendo ellas mismas quien escribían: Ana Comnena ("Alexiada"), Ikasia.
El fin de este trabajo ha sido presentar la actividad bajo múltiples formas de la mujer bizantina. Pocas comunidades o pocos imperios se le ha acordado a la mujer tanta consideración y espacio para desarrollarse como pasó con el Imperio Bizantino.
Las mujeres que vivieron en es espacio bizantino han sido las que han iniciado actividades desconocidas hasta entonces: martirio, diaconia femenina, monaquismo. La diaconia dejo de funcionar, pero las otras han seguido su curso hasta el día hoy."
- Mihaela Manescu