El Festival Internacional George Enescu XVIa Edicion, 7-24 De Septiembre De 2003, Bucarest, Rumania

El Festival George Enescu ha llegado a ser en la vida de muchos de nosotros un punto de referencia de mayor importancia. Esperado siempre con impaciencia, nos reúne, nos suscita el sentido estético, nos incita a comparaciones o evaluaciones, nos implica y nos compromete directamente, constituyéndose de esta manera en uno de aquellos raros momentos que dan a la existencia sentido y calidad Está en nuestras manos poder transformar el momento presente en un uno milagroso, detenernos un momento, dejar de pensar en las preocupaciones del pasado, parar la carrera hacia un futuro incierto. Me es grato invitarles a mirar y escuchar, a alegrarse intensa y plenamente del presente que nos ha sido ofrecido. Usted, lector de estas líneas y espectador del Festival "George Enescu", sea bienvenido a la XVIª edición de los días de homenaje a la música. Tendrán la oportunidad de escuchar a numerosos artistas que interpretarán de lo que es mejor y más hermoso del patrimonio universal del arte de los sonidos, de lo que crearon los compositores del mundo y de nuestro país a lo largo de la historia de la música. Recordamos en el marco de estos días festivos al gran hijo de la tierra rumana, Jorge Enescu, músico que dio por su genio creador e interpretativo lo mejor, lo más elevado, puro y hermoso en el arte sin palabras que todos entienden y que a todos nos une: la música. Orquestas, directores, solistas del mundo entero han llegado a nuestro país para mostrar, junto a nuestros músicos, con el más alto nivel de cualidad, lo que los compositores del país y de allende nuestras han creado, enriqueciendo este patrimonio El espíritu del gran Enescu estará presente dondequiera que estos días que llevan su nombre se desarrolle. Sea que nuestra ilusión de honrar su nombre por la calidad de lo que nos hemos propuesto presentar en el marco de la actual edición del Festival se encuentre cerca de la humanidad y del valor por el que Enescu mismo ha vivido, ha aspirado y ha luchado toda su vida – a menudo con mucho sufrimiento, ¡Venisti, vedisti, audisti! ENESCU – COMPOSITOR Sigue habiendo todavía una discrepancia entre el valor del compositor Enescu – tal y como se impone para cualquiera que le estudia y conoce su creación – y la limitada audiencia de la que disfruta actualmente en la vida concertística de los grandes centros musicales, de las cadenas de radio y televisión, en la producción de los CD, sin mencionar siquiera la de los cassettes- vídeo. Las causas de este estado de hechos se deben a múltiples razones, que, en esencia, se dividen en dos categorías: por un lado las causas adyacentes, debidas más o menos al azar, por otro lado las internas, intrínsecas para la creación. Entre las primeras cabe mencionar: la excesiva modestia en toda la vida del músico, su falta de entusiasmo para adoptar tal o cual moda del día, el débil apoyo que le ofrecieron sus editores parisinos (hoy es también bastante difícil obtener materiales y partituras para muchos de sus trabajos importantes), y por fin su pertenencia a un país a menudo sometido a unas vicisitudes históricas difíciles de imaginar para los que no habían pasado por semejantes situaciones. Pero más significativas y más dignas de tomar en consideración aún parecen ser las causas intrínsecas, los obstáculos que la creación misma del gran músico, las obras concretas, se alzan en contra de la comprensión de su mensaje. Puesto que, lo decimos directamente, Enescu es un compositor difícil de penetrar, de una densidad y una substanciación fuera de lo corriente, con el riesgo de llegar a ser algo pedante, trataré de detallar algunas de las características que acabo de llamar obstáculos. La cantidad de información contenida en los grandes trabajos, notable incluso desde los principios (v. el Octeto escrito a los 19 años), ha ido aumentando a la vez que la evolución en el tiempo: el compositor plasmaba de acuerdo con su extraordinario oído interior. Enescu consideraba la melodía como si fuera la principal portadora de los sentidos, pero la variabilidad de sus trayectos melódicos puede llegar a apartar a veces la recepción y la memoria del oyente. La continua variabilidad se extiende paulatinamente sobre el ritmo, la armonía, los colores timbrales, lo que conlleva a la aparición de todas las asimetrías imaginables y confiere a la música de este autor una cualidad casi vegetal, una libertad interior totalmente destacada. Antes de seguir numerando dos o tres tales características más, hemos de afirmar con la mayor fuerza: son éstas mismas las que otorgan a la obra del músico aquel un sin fin de significados tan apreciado por los conocedores de su creación. Es cierto, las partituras de Enescu no pueden ser penetradas enseguida, es cierto también que éstas exigen una serie de audiciones mayor probablemente que la de la mayoría de los compositores del siglo XX, pero, una vez penetradas, estas composiciones permanecen frescas incluso en la 30-a audición, siempre iremos descubriendo en ellas cosas que se nos escaparon anteriormente. Mas sigamos detallando algunas características. Pues: Nuestro autor evidencia una gran libertad en la construcción de las formas: aparentemente, él se inclina ante los moldes tradicionales (sonata, lied, rondó, etc.) pero de hecho los recrea, los somete totalmente a su pensamiento musical concreto. No son las formas las que se rellenan de material, sino que es éste el que define –en primer lugar a través de su gran poder emocional – sus formas como tal. La notación propiamente dicha en la página (aquí sólo los músicos entenderán) es una de las más minuciosas de toda la historia de la música; el sutil intérprete puso sus huellas digitales en las páginas del compositor Enescu, ofreciéndole partituras de una precisión y exigencia fuera de serie. A pesar de ser un gran polifonista (v. por ej. la IIª Suite para orquesta), Enescu ha evolucionado con bastante rapidez hacia un nuevo concepto: la eterofonia, con respecto a la que se puede otorgar sin duda alguna una prioridad absoluta en la música europea culta. sin duda alguna una prioridad absoluta en la música europea culta Para quienes estén menos familiarizados con el término, le heterofonia consiste en recorrer por dos o más voces del mismo trayecto melódico, con pequeñas diferencias melódicas, rítmicas o de registro sin embargo. Las raíces de este fenómeno son populares, pero Enescu ha desarrollado el concepto mucho más allá de las apariciones folclóricas. Y lejos de ser un regreso en lo que concierne a la polifonía clásica, la eterofonía es simplemente una nueva y original etapa en la evolución del propio lenguaje polifónico. No es mi deseo hablar sobre otras características gramaticales: el tema es muy vasto y existe el peligro de que nos desviemos a un puro tecnicismo. Pero para finalizar estas consideraciones, propongo un breve intento de penetrar en la psiquis del autor que nos ocupa. Su configuración es debida al parecer más debido a una visión de tipo oriental del mundo que a una de tipo occidental, cartesiana. Y al decir "oriental" hemos de entender tanto una herencia genética y cultural del mundo griego-bizantino, como elementos de una psicología ancestral (trácicas, dácicas). Para tal mentalidad el tiempo transcurre de una forma distinta, las categorías ya no tienen la fijeza consabida, la causalidad y la deducción pueden ser reemplazadas por el ensueño o la contemplación. Todo esto lleva a una libertad interior marcada, bastante difícil de concebir para los espíritus formados en la escuela de pensamiento occidental. En el caso de Enescu, las cosas son tanto más difíciles de descifrar cuanto aparentemente él habla con preponderancia en el lenguaje de la música, como consecuencia de su educación extremadamente rigurosa (a los 12 años terminó el Conservatorio de Viena, a los 18 el de París). Para la auténtica comprensión de este autor habrá que superar las apariencias: detrás del ser civilizado, culto y cortés, se ocultaba un ser temperamental, una originalidad y una sensibilidad insospechables. Al morir Enescu en 1955, en Rumanía sólo se conocían pocas de sus composiciones, ni tan siquiera la cuarta parte de su creación de más significativa y sobre todo trabajos de juventud. Fueron necesarios algunos decenios para volver a descubrir, ejecutar y grabar, comentar la totalidad de su Obra. Tal vez sea necesario para el resto del mundo un período similar a éste. Pero finalmente podríamos asistir al cumplimiento de una hermosa profecía de Yehudi Menuhin: "Enescu será uno de los grandes descubrimientos del siglo XXI". ______________________ El Festival "Enescu" a los 50 menos 2 años de la muerte del compositor Mi sentimiento es que el Festival "Enescu" ha entrado en su propia post-historia. La personalidad celebrada ha legado a ser una especie de tabú y su figura pensativa – un emblema – de la alta cultura. Los niños de colegio saben de Maricastaña pero también saben de Jorge Enescu (a la vista de un viejo Mercedes, oí el otro día la expresión: "Es de tiempos de Enescu"), la música se canta, excepcional algunas veces, pesímamente las otras – por grandes conjuntos y solistas del extranjero o rumanos, se lanzan libros, el billete de 50.000 lei lleva grabado su rostro (el reverso con un fragmento musical de Oedipo, de dudosa ortografía), estudios sobre variados problemas acerca del hombre Enescu o su creación se leen y se debaten en simposios, trabajos inacabados se vuelven a tocar y son interpretados gloriosamente. Jorge Enescu ha llegado a ser popular, tal vez tan popular como Eminescu. Público y publicidadFue éste un año fasto para el Festival "Enescu". La "Sala Palatului" (Sala del Palacio) se llenó (tirando a archillena) y en el Ateneo el público se quedó de pie, y esto ocurrió todos los días. ¿Cómo se puede explicar este fenómeno? Dos cosas han provocado mi optimismo. Mirando el público observé que había muchos jóvenes, alumnos y estudiantes. No sé si todos tenían entradas, ya que los precios fueron bastante altos. Espero que no las hayan tenido. ¿Qué mayor satisfacción pudiera ser que la de aún sin tener dinero consigas, milagrosamente, entrar a un concierto con Maxim Vergerov o Leontina Vaduva? ¿Qué recuerdo más agudo? .Una segunda cosa muy importante: ya no se volvió a aplaudir entre las partes de una sinfonía, suite o concierto (con muy pocas excepciones, en dos o tres casos). Es señal de civilización y de ritual concertístico. En este capítulo, mi conclusión es que existe un público para la buena música en Bucarest. Y el Festival Enescu lo saca a relucir, cada dos años. No son solamente los músicos o los intelectuales, sino otros muchos, que necesitan la experiencia de este tipo de música, la gente que se hartó de la uniformidad de la muzak (músac, musik) del mercado y busca algo más profundo, más humano, o que simplemente intenta probar algo diferente. Y un papel principal para atraer a este publico lo tuvo la información. La publicidad realizada este año ha sido de lo más sofisticada. Los organizadores entendieron por fin que una campaña sostenida es tan necesaria como el acontecimiento per sé. Hubo público también porque la gente se había enterado de este Festival, de lo que él representa y de lo que hay que esperar de los conciertos, pero también porque las nuevas generaciones se han acostumbrado a él, con su existencia periódica. Desde este punto de vista, el ritmo de un festival a una distancia de dos años es mejor que el de cada tres años. Crea una cadencia y un horizonte de espera más tenso, perfectamente adecuado a nuestros tiempos acelerados. Tres años en la época del Internet. Aparecen nuevas modas, los gustos cambian. Una vez creado un público de tal calidad, es una lástima perderlo dejándolo morirse de hambre. Hablando con un melómano occidental sobre la impresión que le habían dejado los conciertos, éste me replicó: "¡El nivel es extraordinario!, pero escucho a Mahler, Brahms o Sibelius y veo en la sala sólo paneles gigantescos con el nombre y la foto de Enescu … me siento algo confuso, no estoy acostumbrado a esto en otros festivales europeos". "Esto es", le contesté, "es el Festival Enescu" ¿Qué iba a contestarle? La música de EnescuCreo que allá donde está ahora, Enescu está muy feliz. Nunca he oído una IIIª sinfonía mejor lograda que la de este año con el director Horia Andreescu, la Orquesta Filarmónica Real de Londres y el Coro de la Sociedad Nacional de la Radio. Estuve tan atormentado por esta mágica interpretación, que, distraído, a una hora tardía de la noche, se me olvidó pura y sencillamente la tarjeta en él ¿Bankomat?. Estaba pensando en el lirismo de la Iª parte, en el fragmento de alucinante velocidad del scherzzo y en el extraño final camerístico, parecido a una agonía. ¡Magistral! Nunca antes había oído un Vox Maris más cristalina una partitura que muchos de nosotros considerábamos bastante torcida, llena al máximo de polifonías y eterofonías ocultas. El experimentado Leif Segerstam, con la Orquesta Filarmónica de Helsinki y el coro de la Filarmónica "Transilvania" de Cluj, con el solista Marius Brenciu han rendido homenaje con una fina interpretación, cristalina y perfilada, la partitura enesciana que Ricardo Mutti, hace dos años, ni siquiera se dignó abrir. También la barroca Suite IIª llegó a ser en la interpretación de los rusos de la Filarmónica de Moscú, dirigidos elegancia y precisión por Yuri Simonov, mucho más dinámica de lo que yo conocía, adquiriendo un cariz coreográfico por el juego de contrastes y de personajes que recordaban, por las esquinas, los ballets de Prokofiev. El octuor en la versión de Gidon Kremer y Kremerata Báltica fueron igualmente inolvidables, y el montaje de Oedipo bajo la dirección de Petrika Ionescu significó un hito en la historia de la Ópera Rumana. El simposio organizado por la Unión de los Compositores y Musicólogos tuvo por invitados más investigadores del extranjero que en las ediciones anteriores del festival, de modo que diferentes aspectos de la ópera enesciana fueron evocados y analizados en un marco internacional necesario. Habrá habido también otros momentos culminantes que se me habrán escapado ya que no pude asistir a todo. Hay un momento en que se siente la necesidad de un día de descanso. Tal vez sea ésta una buena idea para los organizadores. Realmente, después de una semana de conciertos se hincha uno de música y necesita un respiro. No se trata de interrumpir el festival sino sólo de una pequeña pausa en la mitad del mismo. A lo mejor colocar el concurso en el medio podría resolver el problema. Pero no es más que una idea. No puedo pasar por alto el choque que nos provocó a todos el director Gerd Albrecht y la Wiener Symphoniker. Hacía mucho que no oía una cosa igual y nunca vi una falta tan elemental de respeto para con una partitura consagrada, como pasó en este caso con la Suite Iª de Enescu. El pobre Preludio a unísono, fragmentado y pegado de una forma totalmente antimusical, el Minué Lento al que poco le faltaba para convertirse en vals macabro, sin hablar del final, ahogado en una salsa de total falta de estudio, notas falsas y desprecio descarado para con esta música. ¡Qué abismo entre estaViena y la de tiempos de Mahler! Ya que si bien recordamos, Mahler, poco tiempo antes de morirse había dirigido en Nueva York la Suite del joven Enescu, sin haberse permitido lo que sí, se permitieron a unos cien años de distancia sus conciudadanos. El programaHe aquí algunas de las características principales del programa: Enescu fue seguido muy de cerca por Sibelius; la música barroca y la clásica – con excepción de Beethoven, elevado al rango de súperstar de la media noche-, vino a un segundo plano; el repertorio romántico estándar triunfó una vez más; los impresionistas franceses y el círculo schönberguiano fueron muy poco programados; la presencia adecuada de la música rumana posterior a Enescu: la gala de Ballet y una ópera rumana contemporánea (Orestes-Oedipo de Cornelio Taranu); el resurgimiento de la cultura del lied universal y rumano, como forma de arte alta (de calidad), esencial. El perfil del programa sirvió primero a Enescu. Luego, hay que destacar el hecho de que Stefan Niculescu y Pascal Bentoiu estuvieron presentes con trabajos importantes en los conciertos de las orquestas extranjeras. Asimismo, trabajos representativos rumanos, sinfónicos y camerísticos, estuvieron presentes en otros conciertos, excepcionalmente interpretados por personalidades y conjuntos consagrados: Sergio Comisiona, Aurelián Octav Popa, Marín Cazacu, Ion Bogdán Stefanescu, Viniciu Moroianu, Ion Iván Roncea, Adrián Petrescu, Marius Brenciu, Marián Movileanu, Anda Petrovici, Cristián Suci, Trío Contraste, los conjuntos Archaeus, Ars Nova, Aperto, Dal Segno, El Quinteto de instrumentos de viento de la Filarmónica "Jorge Enescu, la Orquesta Filarmónica "Moldavia" de Iasi. Memorabilia (Digno de ser recordado)Fuera de los que he mencionado ya anteriormente, cabe citar los siguientes nombres: Misha Maiski (mejor que Tretiakov), Peter Schreir, Gidon Kremer, Valentín Gheorghiu, Zubín Mehta, Cristián Mandeal. Enfocaré sin embargo dos ejemplos relevantes por el contraste que hay entre ellos: Maxim Vergerov e Ivo Pogorelich. Vergerov, creador de una fascinación peculiar en la Sinfonía Española de Laló, toca como si echara a volar a cada momento. Hasta su posición en el violín es particular, él se alza en la punta de los pies, abrazando el violín con un amor infinito. A muchos no gustó su interpretación demasiado dulzona: glisandi de café-concierto y afectaciones gimientes de taberna. Mas a mí me embrujó la "dicción" perfecta con la que realizaba los pasajes de virtuosismo, el sonido enormemente largo del sobreagudo, animado, que daba la sensación de un arco largo de unos 30 metros, la disponibilidad lúdica y el diálogo con la orquesta del final, concepto claro sobre lo que ocurre constantemente en la música y el auto-control permanente, pero sobre todo me conquistó la alta "temperatura" expresiva con la que se tocó (aquí entra también el acompañamiento preciso de la orquesta dirigida por Horia Andreescu), la febrilidad e incandescencia de la vivencia doblada por la voluntad de hierro de la realización musical, que – en ciertas partes – superaba lo humano, deteniéndose al otro lado en lo espectral. El otro ejemplo se halla en un registro completamente distinto. Pogorelich, es actualmente un pianista con un control asombroso de las teclas del piano, con miles de matices bajos, con ideas excéntricas, pero – deliberadamente, espero – completamente falto de alma, de emoción. Interpretar a Beethoven como a Chopin, a Scriabín como a Debussy y a Rahmaninov como a Stockhausen, es sin lugar a dudas, una idea interesante que tiene de posibilidades virtuales abiertas por una combinatoria post-moderna, en virtud de una demolición textual y reinterpretación en otra clave. Desde este punto de vista Pogorelich aporta sin duda algo nuevo al campo de la interpretación pianística, el ritmo ya no cuenta, los matices tampoco, el tempo llega a ser inútil. Lo que cuenta es exclusivamente el impulso visceral del pianista que toca velozmente lo que el compositor había indicado que se tocara lentamente, pero toca lentamente lo que tenía que haber sido velozmente, forte lo que era piano, o sea lo hace todo completamente al revés. Sensación e intelecto sin nada de emoción podría ser la ecuación de este concepto. Alguien decía después del concierto, concepto cuasi-satanista. Quedaría bastante por decir, pero finalizo felicitando a los organizadores. El Director Cristián Mandeal, el director artístico del Festival, tiene el mérito de haber sostenido y dirigido, seguido, dos ediciones de éxito, este año precisamente, haber vuelto a introducir el concurso de composición "George Enescu" al lado del de interpretación, así como también haber apoyado la música contemporánea rumana, le honran.  Viorel Cosma … un retrato enesciano más Entre los que no se cansaron andando por el camino difícil, bordeado de árboles que se pierden en el horizonte lejano, un recorrido que empieza allá, a lo lejos, en los terruños de Moldavia y acaba en el corazón de París – Viorel Cosma es uno de los primeros. Su fidelidad para con la personalidad de este gran hombre, la incesante investigación del conocimiento de su vida y obra, llegaron a ser un problema de vida para este musicólogo descubridor de existencias y amante de lo bello. Sobre la herencia musical de George Enescu comentó en el Contemporáneo (periódico cultural rumano) incluso a partir del año 1955, Los dibujos inéditos de George Enescu han sido revelados al público en la Tribuna de Rumanía hace tres décadas, Enescu hoy fue publicado por la editorial Facla 1981, centenario del artista, tres tomos sintetizaron la Correspondencia enesciana … El trayecto de estas publicaciones continúa hasta A tragic Life in Pictures, el volumen editado por la Editorial de la Fundación Cultural Rumana 2000, recientemente, en el ambiente del Festival de este otoño, con otras publicaciones dedicadas al artista. De la primera, titulada George Enescu, un retrato lexicográfico, he seleccionado algunas referencias de los muchos escritos dedicados al músico, firmadas por Viorel Cosma. Claro está, una realización editorial tiene como argumento principal el trabajo del autor, su sistema de organizarse las ideas y la riqueza de informaciones que abarca. Antes de comentar sucintamente en estas notas de lector, habrá que destacar la calidad gráfica de la aparición de este volumen realizado con el apoyo del Gobierno de Rumanía, por la editorial ARC 2000, cuyo director es Alexandru Cebuc. Todo excepcional partiendo del formato y del papel, hasta la puesta en página, el carácter de la letra, la belleza y calidad de la reproducción iconográfica y la fantasía del discurso editorial firmado por Aurora Fabritius, el concepto bilingüe (versión inglesa de Adrián Sólomon). No cabe la menor duda que este volumen, presentado en los días de la XVIª edición del Festival en la Casa de la Música, el Ateneo Rumano, es una aparición que puede honrar por su aspecto el proyecto internacional de una bibliografía representativa. Volviendo al contenido con los resultados del trabajo del musicólogo, nos hallamos ante un trabajo de síntesis que reúne muchos años de esfuerzo sostenido, para poder llegar a la forma elaborada ahora con un sistema claro. Sobrio y sumamente edificante. Viorel Cosma ha querido ofrecer al público y a los hermanos de gremio más jóvenes, una demostración de máxima especialización. De ahí también el título peculiar, "Retrato lexicográfico". ¿Qué puede significar esto? Parece sencillo, pero el autor ha acumulado en un trabajo que pudiera ser rúbrica de Lexicón, todo lo que se tiene que saber sobre el gran artista. Los capítulos, formulados sucintamente, parten de la idea que George Enescu puede ser aún descubierto – la Paradoja del iceberg enesciano. Sigue la imagen en mosaico de su personalidad compleja – el Músico enciclopedista. La sucesión de páginas de los capítulos que se desarrollan con fluidez hablan claramente de la imagen múltiple en la que Enescu siempre fue "el primero". El compositor visionario; Pensador del violín, Brujo del piano; ¿la Dirección? Un juego encantador; Un profesor singular a través del tiempo. No se trata sólo de volver a unos Elementos ya conocidos, el acto de síntesis está presente en la formulación de las más específicas características a las que se añade la revelación documental (como podría ser la lista de los recitales de pianista acompañante, entre 18976-1952, o la lista de los alumnos del Maestro, informaciones inéditas). Las últimas secciones ofrecen el Croquis Bio-Bibliográfico con una presentación completa de su obra y, como compensación para los que han leído estas páginas, la Bibliografía exhaustiva sobre …, en una forma sistematizada des los trabajos más amplios a las más sucintas apariciones de crónicas y comentarios a cargo de un período de más de un siglo. La mayoría de las imágenes, los dibujos inclusive, pertenecían a la colección del autor. ¿Pertenecían? Sí, hasta ahora, cuando este volumen, junto a las palabras escritas, nos han sido obsequiadas por Viorel Cosma, a nosotros, los que nos beneficiamos de su preciosa realización, modelo y credo a la vez en una sola profesión, que en los ochenta años de vida, se asumió con pasión. EL FESTIVAL GEORGE ENESCUEdición XVI El acontecimiento más importante del año – el Festival y Concurso Internacional George Enescu se desarrolló entre el 7–24 de septiembre, seguido por un público muy numeroso que, a menudo, hizo que las salas – incluso la del Palacio – se volviesen pequeñas – fragmentos – Una mirada retrospectiva nos permite perfilar algunos elementos definitorios de las manifestaciones musicales, parte de ellas se refieren a las orquestas y directores famosos que nos desengañaron, mientras que la otra hace referencia a conjuntos sin "escudos" llamativos pero que nos encantaron por belleza, calidad y profesionalismo; solistas de renombre que nos contrariaron mientras que otros confirmaron el valor excepcional que, en ciertos casos tuvimos la oportunidad de apreciar también en el marco de las ediciones previas del Festival. La Real Filarmónica de Londres bajo la batuta de Horia Andreescu realizó una excelente versión de la "IIIª Sinfonía " de Enescu, pero, al contrario, fue sometida a duras pruebas en la "Sinfonía Española" de Laló, por la inspiración imprevisible del "niño terrible" del arco, Maxim Vengerov, magnífico en las páginas lentas, pero alocado en las vivas. No cabe la menor duda, el punto culminante del Festival lo marcó el concierto sostenido por la Orquesta Maggio Musicale Fiorentino con Zubín Mehta en el atril, que, embrujó el público con la interpretación de la Obertura de concierto de Enescu, con la Suite"La fiesta de la primavera" de Stravinski y sobre todo con la "Iª Sinfonía" de Mahler, que, a pesar de su larga duración de una hora, mantuvo a los espectadores con la respiración cortada, (se les olvidó toser, moverse en las sillas, crujir varios objetos, cosas que ocurrieron sin embargo en casi todas las tardes anteriores); fue una verdadera apoteosis, un triunfo difícil de igualar, el gesto de Ioan Holender al subir al escenario para dar un abrazo al mago Zubín Mehta fue elocuente y lleno de significados bien percibidos por todos los que estaban presentes en la sala. Hubo sorpresas extremadamente agradables, como las que nos reservaron la Filarmónica de Luxemburgo(que, dirigida por Branwell Tovey nos proporcionó un sonido, una frase musical, una sensibilidad y brillantez de una belleza insospechable, en impecable colaboración con el maestro del teclado rumano, Valentín Gheorghiu, la Filarmónica de Helsinki (con