Alina Cojocaru se hallará por la primera vez en un escenario de España como primera bailarina del Royal Ballet de Covent Garden y con esta ocasión el público español podrá admirar de nuevo las calidades y las performancias del arte coreográfico rumano.
Alina Cojocaru es una de las más conocidas bailarinas a nivel mundial. En 2002 aparece por primera vez en un escenario rumano, interpretando junto a la Compañía de la Opera Nacional de Bucarest el ballet Giselle.
En el mismo año, el presidente de Rumania le había galardonado con el Orden Nacional de Mérito en grado de Caballero por sus éxitos y por la manera en la que supo representar e imponer el talento rumano en distintos escenarios del mundo. En enero de 2003, Alina Cojocaru gana el Premio Richard Sherrington como mejor bailarina, premio otorgado por Critics Circle National Dance Awards, UK.
En 2004 fue designada como la mejor bailarina en el Festival Monaco Dance Forum, a la Gala de los Premios Nijinsky. Reconociéndole el valor artístico, en 2004 recibe de parte del Ministerio de Asuntos Exteriores de Rumania el premio "Diplomacia a través la Cultura".
Su compañero permanente es Johan Kobborg, estrella de la Compañía de Ballet del Teatro Real Covent Garden de Londres.
La Compañía de la Opera Nacional de Bucarest presenta en cada temporada un repertorio con una gama estilística que contiene danza clásica, contemporánea y de carácter, interpretada por un conjunto y unos solistas de alto nivel profesional.
La fama del ballet rumano se creó a lo largo de su existencia a través de numerosas giras, su participación en distintos festivales y concursos internacionales.
Después del estreno, Alina Cojocaru hizo unas declaraciones para el Instituto Cultural Rumano de Madrid:
Sobre los espectáculos de Teatro de Madrid:
"Estuve en un ambiente muy bonito en el que tuve una relación muy buena con el público y me sentí muy bien cerca de mi compañero y de los bailarines rumanos de la Opera Nacional de Bucarest. Ha sido un momento mágico para mí y parece que el público madrileño ha sentido lo mismo. La profesionalidad, la experiencia y la pasión pueden conjuntarse en una muy buena cooperación como fue ésta con la Ópera, con la que ensayé sólo algunas horas antes del estreno en Madrid; fue un verdadero trabajo en equipo".
Sobre su carrera:
"Estoy en un momento de mi carrera en el que puedo disfrutar en el escenario, intentando a la vez de mejorar mi destreza como bailarina, disfrutar al máximo de lo que estoy haciendo"
Sobre Giselle:
"Giselle ha representado para mí un reto, porque es una obra antigua y ha tenido varias interpretaciones; el público tenía ya una opinión sobre cómo debería ser interpretada; importante es traer un aire fresco, algo nuevo, hacer la obra interesante para el público de nuestros días".
Sobre el ballet: "Como artista, te propones siempre unas visiones que intentas alcanzar y no sabes nunca si lo has conseguido, así que permanentemente intentas llegar allí, lo que es maravilloso (…). Todo el trabajo que estás haciendo te conduce hasta un punto espantoso, vulnerable, en el que te abres totalmente al público, le muestras cómo eres en aquel momento. Dentro de años mostrarás otra cosa, porque serás otra persona (…). Cuando estoy en un escenario me olvido de que estoy en Londres, Madrid o Bucarest; es un lugar mágico donde el arte que estoy interpretando coge vida, y todos los personajes de mi alrededor hablan el mismo idioma, el de la danza y todo el mundo intenta encarnar, con la misma pasión, el espectáculo en el que estamos trabajando."
Alina Cojocaru, Johan Kobborg y la Compañía de Ballet de la Ópera Nacional de Bucarest han mostrado con toda autenticidad la coreografía de la era romántica, por lo que un eufórico público les recompensó después de casi todas las escenas y al final de la representación con fuertes aplausos, aclamaciones y ovaciones.