- 21 September 2023
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El marqués de Bedmar y Lucía Pallady
Manuel Antonio de Acuña y Dewitte, XI Marqués de Bedmar (Madrid, 1821 – 1883) fue un muy notable personaje del Madrid decimonónico. Fiel a la causa de Isabel II – se especula con la idea de que fuera su amante -, se erigió en firme partidario de la Restauración borbónica y desempeñó funciones como la de consejero de Estado o la de embajador de Alfonso XII en Rusia. En 1842 contrajo matrimonio con Lucía Pallady Callimachi, hija de Hermán Constantino Pallady y Callimachi y de Raluca Callimachi, siendo, por vía materna, nieta de Scarlat Callimachi, hospodar o príncipe de Moldavia entre 1807-1810. Lucía Pallady, previamente, había contraído matrimonio (en 1838) con Nicolás Cantacuzino Pascanu (Iasi, 1811 – Nápoles, 1840), con quien habría tenido una hija, si bien, solo dos años después, su marido fallecería. Pasados otros dos años, en 1842, se casa en segundas nupcias, como hemos adelantado más arriba, con Manuel Antonio, XI Marqués de Bedmar, el cual, era hermano de María del Carmen Lucía de Acuña y Dewitte, duquesa de Bivona por matrimonio. Lucía Pallady y Juan Valera Ese mismo año de 1848, en Nápoles, probablemente, en casa de la duquesa de Bivona, cuñada de Lucía, esta conocería a un apasionado Juan Valera (Cabra, 1824 - Madrid, 1905), autor, entre sus obras más conocidas, de Pepita Jiménez y de Juanita la Larga. Valera llegó a dedicar a la moldava dos poemas: “Que no comprendes. pienso este cariño intenso, esta pasión que el alma me devora”. Lucía, atribulada y delicada de salud, parece que se habría enamorado del joven cordobés “a su manera”, de una forma platónica, sin llegar a dejarse seducir, para exasperación del literato: cuando tus ojos vi, señora mía, y en ellos a mi amor con mi esperanza, y llamándole a mí, tendí los brazos:
mas él me desconoce, guerra impía mueve en mi daño, y flechas que me lanza hacen mi pobre corazón pedazos.
Parece que, desde 1849, no existe ya relación de ningún tipo, ni siquiera epistolar y, según Manuel Azaña, Valera volvería a verla en París, en 1857, terriblemente desmejorada; no obstante, es el propio Valera, el que afirmará, en una de sus cartas, que Lucía Pallady fue "la persona que yo más he querido en el mundo". De hecho, “La maga de Moldavia”- uno de los apelativos menos conocidos de entre los usados para referirse a Lucía -, parece que podría estar aún en los pensamientos del septuagenario escritor cuando, en 1897, escribió El cautivo de Doña Mencía. Quinta Torre Arias y C/ Génova, 13. Lucía Pallady fallecerá en 1860, en París: diez años antes, el marqués de Bédmar había adquirido la Quinta y el palacio de Torre Arias, dotando al conjunto, a grandes rasgos, de la estructura, elementos y trazas que tienen en la actualidad. Si bien, no ha sido posible documentarlo, no resulta descabellado considerar que Lucía visitara la Quinta en alguna ocasión. Al fin y al cabo, según apunta Manuel Azaña, en febrero de 1848, Lucía Pallady estuvo en Madrid para asistir, “disfrazada de amazona”, al baile de disfraces celebrado por la condesa de Montijo – seguramente, en su célebre quinta de Carabanchel -. Por su parte, tras el fallecimiento de Lucía, el marqués de Bedmar contraerá matrimonio – en 1861 - con Catalina de Montúfar, con la cual vivirá en el palacete que construyera en el número 13 de la calle Génova. Catalina venderá la Quinta de Torre Arias a María Josefa de Arteaga y de Silva, la cual, a su vez, se lo regalará a su hija María de los Dolores de Salabert, con motivo de la boda con Ildefonso Pérez de Guzmán el Bueno y Gordon (1862 – 1936), abuelo de Tatiana Pérez de Guzmán el Bueno y Seebacher1 (1923 - 2012), VIII condesa de Torre Arias, a quien debemos la cesión de la Quinta al Ayuntamiento de Madrid. Autor: Jorge Martín Quintana
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